LUCES DE LAS TUMBAS INDÍGENAS. En los centros
urbanos, hoy resulta algo desconocido que desperdigados por todo el territorio
de Patagonia abundan cementerios indígenas y tumbas individuales. Resguardan
restos humanos de cientos y miles de años atrás. Mayormente se trata de cúmulos
de rocas conocidos popularmente como "chenques", aunque también
existen otras variantes de enterratorios. La muy difundida pero inexacta
creencia acerca de la existencia de tesoros enterrados junto a los muertos,
motivó que durante décadas muchas de las tumbas indígenas fueran removidas.
Asimismo, entre los pobladores no indígenas, se acostumbraba extraer cráneos o
huesos, para conservarlos como si se trataran de souvenirs.
A consecuencia de ello, son numerosos los
testimonios que señalan que por las noches emergen luces de las tumbas
profanadas y se desplazan hasta las viviendas donde se encuentran los
"souvenirs". Provocan ruidos, mueven cosas, alteran el sueño de los
profanadores (pesadillas). Hasta que no se devuelve lo que se extrajo, el acoso
es constante y permanente. Cesa una vez que se restituye lo extraído.
Estas luces desempeñan el rol de guardianes
del lugar y de los restos de los sepultados. A diferencia de la mal llamada Luz
Mala, estas son luces de tamaño pequeño. En su debido caso, para ahuyentar a
visitantes indeseados, pueden mostrarse adoptando forma de serpiente.
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