Las piedras que caminan
Los antiguos tehuelches
relataban casos de piedras que, voluntariosas, “caminaban” o se desplazaban por
propia voluntad. Historias que fueron registradas por escrito y corroboradas
por los viajeros occidentales que exploraron la región. Hay paisanos que
aseguran conocer algunas de estas piedras andariegas que se revelaron a las
leyes de la física y la geología. Estos ejemplares suelen despertar de su
letargo cada cierto tiempo (meses, años, décadas), para desplazarse unos pocos
metros. Se las encuentra mayormente en los lechos secos de lagunas o en
planicies de mesetas. No se trata de seres malévolos o poseídos, simplemente
son piedras que se mueven por sí mismas. Entre los lugareños, antes que temor
despiertan una respetuosa curiosidad.
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